GENOCIDIO

Las amenazas cotidianas ya han hecho su trabajo,
muy fuerte se treparon las bacterias...
y parece que decidieron dar un concierto con los gritos ajenos,
no se apreciaron por la inminente aflicción.
Ansia y no hay rastro de control,
no atención, ni siquiera una intención,
vuelve el pasado que una vez más conforma el amanecer,
el mismo aroma sangriento nos despierta...
¿qué estará por venir?,
presentimiento, mutante experimento,
¿quién se atreve a esperar salvación?
cuando la agenda está repleta de suicidios,
¿quién más abogará compasión?,
si los archivos vomitan expedientes enrojecidos,
y los vivos se muestran más nocivos,
que el mismo efluvio de la putrefacción.

Un mal sueño

Derretido hielo de la crónica angustia,
nostalgia abundante que responde
a las más desconocidas necesidades,
era el viento, la brisa,
las miradas indiferentes de espectadores
y la poca realidad que regalaba...
hasta el máximo brillo solar.
El inesperado enfrentamiento
con la parte inconsciente
que paraliza un inestable avance,
que intensifica los mecanismos de temor
durante la tibia entrega.
Y esta insoportable sensación agotadora,
este interminable hastío del presente,
que entre deja ver las posibilidades más amargas
y perfora la esperanza nunca cumplida.

Stephany.

Mil Guerras

Pasivo, en silencio se desprende la paz,

da comienzo la lucha, y te ves en las pupilas,

aquellas... lejanas, inciertas que antes ocupabas,

el pasado ya no es prioridad.

Mirate, todo lo intacto se ha ido trás el último suspiro,

nada es suficiente cuando se antepone la duda,

y las gotas se resignan a su infeliz gravedad,

mientras su base cobardemente huye.

Mirame, los sentimientos pierden nombre,

las piezas se resguardan temerosas...

saben que no hay lugar ni oportunidad,

tan sólo testifican estos inútiles poderes.

Llega el límite del pacifico entendimiento,

no violencia, no agresiones, solo amable destrucción,

que busca un despertar traducido a añoranzas...

y se enciende la flama de lo insano.

Stephany.